Barrio de Tepito, año 2133, se escucha a la distancia la misma cancioncita monótona de siempre.
«Se compran chips de memoria, circuitos integrados, baterías de alto rendimiento, procesadores cuánticos sin encriptar, ¿o algo de chatarra tecnológica que vendan?»
La Gran Inflación nos dio en la madre a todos, y ya es casi imposible comprar piezas originales para una computadora en las tiendas oficiales. Los que trabajamos en la «freelanceada» tenemos que buscar nuestros insumos en el mercado negro, bajo el riesgo de meternos en problemas legales o no tener ningún tipo de garantía por eso del rollo de andar hackeando códigos de instalación.
Hace ya algunos años que terminé la carrera de Diseñador de Mundos Virtuales y con cada nueva actualización del software tengo que ampliar la memoria cuántica de mi NextMac, es el cuento de nunca acabar.
Soy de la vieja escuela que todavía programaba a mano, en lugar de usar las librerías de los comandos vocales (¡ninguna pinche trasnacional va a cortar mi creatividad!), pero los clientes se van por el bluff de la novedad y quieren que las experiencias de vida virtual que creo, se puedan «ver en el cerebro» en lugar de los cascos de Realidad Virtual que ya nadie usa.
Y bueno, con mis últimos pesitos voy con mi marchante de siempre para hacerme a mis 51 años mi primer implante neocortical, chale. Todo sea por la papa.
– ¿Cuál vas a querer güerito… el bara bara o el chido?
– Híjole carnal, pues algo que no esté muy pinche. ¿Qué tendrás por unos $500 nexpesos.
– Uy hermano, estás de suerte, los compas le dieron baje a un camión de NextMac con unos nuevos prototipos que están de no mames. Si te animas te doy descuento, ya sabes, para persinarme contigo.
– Vas, te transfiero ahorita antes que me arrepienta.
Y bueno, ahí en un cuartito medio pinche me hizo el hoyo en la cabeza como si fuera un piercing cualquiera. El NextMac Vision quedó instalado, para bien o mal, en menos de una hora. Los milagros de la nanotecnología pues.
Antes de seguir con esta historia le tengo que explicar a la banda no especializada que es ese rollo de los Mundos Virtuales y porque se requiere uno perforarse la cabeza para seguir en el negocio.
Antiguamente, cuando nació esta tecnología, la gente escribía en un teclado instrucciones para que la IA creara una historia. Con el paso de los años la onda ya fue verbal, y nació una nueva generación de «cuenta-cuentos» que se ganaba la vida creando historias personalizadas, al gusto del cliente.
¿Qué te quieres ver como un galán, bien acá con tu carro, y una chava al lado? Pues caite con unos nexpesos y te haré vivir la historia alterna de tu vida para que la disfrutes en cualquier holo pantalla.
Y bueno, también las holo pantallas pasaron de moda unas décadas después. La onda era perforarse la cabeza y vivir historias como si estuvieras soñando. Te enchufabas a tu compu y a volar hermano…¡literal!
La bronca era que si tenían alguna condición médica, un trastorno bipolar, ansiedad, alguna cosa de esas y por ejemplo querías ser una especie de super soldado, cuando te desenchufabas la verdad seguías conectando.. y aguas, si la gente tenía una fusca en casa se armaba la masacre.
Es por eso lo del mercado negro en Tepito. La gente que no podía obtener un certificado médico conseguía esos implantes medio piratas. Nadie se hacía responsable, nadie te había visto.
Para poder programar esas madres, tenías forzosamente que conectar tu cerebro a la máquina, no había de otra. Era tanta la carga de datos, que nunca te podrías dar abasto con un teclado o dictándole a la computadora.
¿En qué íbamos? Ah, sí… contexto. Porque era buen negocio hacer estos mundos virtuales.
Ya sabes, hay gente que paga bien por hacer cosas que se salen «de las buenas costumbres»…¡y eso paga bien!
La bronca es que uno a veces sale medio dañado emocionalmente. No puedes estar en este negocio indefinidamente. Tarde o temprano tienes que desenchufarte, desintoxicarte y a otra cosa mariposa.
Pero bueno, mientras dura, te forras de unos buenos nexpesos para asegurar tu retiro.
Todo este rollo es para contarles como conseguí mi primer cliente y sus consecuencias. Aprender me salió muy caro pero esa es otra historia.