Ansioso, insomne, con osteoporosis (nunca me gustó la leche de niño) y para terminarla de fregar, con una arritmia cardiaca. Todo eso a mis 52 años y más de tres décadas de feliz adicción a la cafeína. “David, si sigues tomando dos litros de café al día, no sirve de nada toda la medicina que te recete”, me dice mi …