El primer contacto con una civilización extraterrestre fue el primero de diciembre del 2022 en la Ciudad de México. Esa noche había un desfile de carros alegóricos sobre Reforma así que se imaginarán que las personas pensaban que el ovni era en realidad un globo aerostático o un dron, dependiendo de donde lo vieras.
La nave parecía un “frisbee” de metal gris, muy delgado. Lo único que delataba su presencia era un ligero resplandor que hacía a intervalos regulares. Avanzaba muy despacio, silenciosamente, sin cambiar de altura, como si estuvieran observando el desfile sobre toda la avenida.
Está por demás decir que todo fue un caos: los autos se detenían por todos lados, la gente salía a sus azoteas; todo mundo grabando con el celular como si fuera un concierto de rock.
No se cuanto tiempo pasó desde el avistamiento, pero todo lo que estaba conectando a internet empezó a recibir la misma señal durante 1 hora exacta: un clip de video con una mezcla de películas de acción, cantantes de reagueton berreando y documentales de National Geographic. ¿Los extraterrestres pensarán que Bad Bunny como un líder del planeta o algo así? Ojalá no. ¡Qué pena!
En fin, esa noche nadie durmió. La gente volteaba a ver al cielo constantemente por si aparecían más naves. Lo que veíamos en la películas resultó cierto: gente haciendo compras de pánico en el supermercado, la policía y el ejército patrullando las calles para detener brotes de vandalismo, gente religiosa gritando “arrepiéntete de tus pecados” y un largo etcétera.
Parece que hasta en esas cosas, en el mero momento de la verdad, a los humanos nos falta creatividad para romper los típicos clichés de Hollywood.
Poco a poco nos enteramos que en otras ciudades había sucedido lo mismo, de forma simultanea y con pocas variaciones. Un ovni sobre un estadio de futbol en pleno partido o en un desfile por el aniversario de la independencia de quien sabe donde. Algunos gobiernos instauraron un toque de queda de forma preventiva, todos convocaron a sesiones de emergencia para analizar lo que se tenía que hacer.
Parece que solo en esos momentos nuestros gobernantes tratan de ponerse de acuerdo. Por primera vez todas las facciones: izquierda, centro, derecha, los de “arriba” y los de abajo” se pusieron a dialogar. La mera verdad se volvió mucho más entretenido estar la pendiente de las noticias en la tv abierta que ver Netflix en la noche.
Otra vez, como en la bendita pandemia, se cerraron los espacios de trabajo y escuela para quedarnos encerrados en casa. En casa hacíamos hasta lo imposible para mantener una media rutina cotidiana: levantarse temprano, hacer ejercicio, desayunar, prender la computadora, trabajar mientras oyes el radio para escuchar la teoría conspiranoica con más fans.
¿No les dije? Esas benditas naves llevan todo diciembre perfectamente estáticas sin hacer nada. Se estacionaron en el cielo y se la pasan zumbando quedito sin mucho chiste. Solo nos observaban y nos regalaban, una hora, todos los días, siempre a la medianoche, un coctel de clips sin sentido: futbol y escenas porno, videos musicales de los ochenta y comerciales de dulce, chile y manteca.
¿Para que carambas hacían eso? Comenzó el año y sigue siendo un misterio.
Gente más preparada y sesuda que un servidor empiezan a hacer sus pronósticos. ¿Serán estos vatos buenos o malos?. ¿Nos enseñarán su tecnología o nos hervirán en cazuelas como si fuéramos carnitas de Michoacán? Yo nada más me río.
Platiqué con mi esposa y decidimos irnos para Acapulco y pasar enero con la familia que vive allá. No vaya a ser cierto que algo malo vaya a pasar y como decía mi abuelita María: “mas vale aquí corrió que aquí quedó”.
Trepé a mi suegro, dos gatos y una perrita al auto. Hicimos tortas y agarramos carretera al amanecer (para evitar el calor, ya saben).
Cuando íbamos llegando al puerto escuchamos por el radio que finalmente las naves están descendiendo por varios lados: en parques, estacionamientos de waltmart, terrenos baldíos.
Vamos a ver que nos traen los aliens para los Reyes Magos. Mientras no sea como esa película gringa del Día de la Independencia me daré por bien servido. Ahí luego les cuento.